domingo, 23 de noviembre de 2008

Cadáveres exquisitos de los otroflamos...

Creados con el aleatorio y absurdo sistema surrealista:

Kratos miraba calzones en el inframundo y respiraba multicolores fantasmas por las noches lluviosas de invierno.

Rufus empuña los senos cerca de donde guardaba su fe y desechó las sombras diamante cuando caía la lluvia.

Di Caprio carga la locura detrás de sus miradas y escupe estrellas vacías durante todas las tardes de otoño.

Borstillo comía pasto a través del mar y yacía minutos redondos con cada sonrisa perdida.

Heliodoro lame a la núcleo-chica y añora su triste idea mientras los cuervos cantaban en la neblina.

Leurel pintaba búhos en el mausoleo y picoteaba una seductora avellana en las madrugadas.

Anastasia juega pingüinos en el bar del hotel “Flamingo’s” y enturbia los dulces y carnosos muslos durante los años luz en los que su vida florecía.

Violeta ilusionó mientras trascendía sobre el lago y pensaba en las peras que caían.

Lucas sueña una idea en tu casa y observa a Goicochea al caer el alba.

Felipa destrozaba coliflores a través del burdel mientras exorcizaba la situación en el crepúsculo.

Juan García Gutiérrez chemea crisantemos con infamia y miente fragmentos de olvidos en el azuloso atardecer.

El 4to. muro muere, las hojas en columpios saludan a la niebla sofocante a las 7 de la mañana.

José Alfredo de la Peña García realizaba chocolates búlgaros bajo el mar y miraba la avidez de su sombra cuando florecía la mañana.

María Dolores destruye luces bajo los párpados del mundo y muerde en una tarde la mente perversa de un sacerdote consternado.

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